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14/03/2011
El apoyo a los republicanos españoles fue tan rápido como enérgico: a los dos meses, en octubre de 1936 varios cientos de "asesores militares" soviéticos habían llegado a España, con tanques y aviones de una modernidad vanguardista, que hicieron posible la defensa de Madrid en noviembre y diciembre. A principios de septiembre de 1936, cuando Vyschinsky preparaba ya la confrontación entre Bukharin y los otros comunistas imputados en el primer proceso de Moscú, el pleno del Comité Central del PCUS reafirmó su confianza en Bukharin. Sergo Ordschnikidzhe hizo saber a Stalin que no permitiría que tocaran a Bukharin.
El 23 de septiembre de 1936, una serie de explosiones sacudió las minas de Kemerovo, en Siberia Occidental. Eso dio a Stalin el pretexto perfecto para mandar un telegrama al Politburó, desde las playas de Sochi, el 25 de septiembre: "Consideramos absolutamente necesario y urgente nombrar al Camarada Yezhov para el puesto de Comisario del Pueblo para Asuntos Internos (NKVD) [cargo equivalente al de ministro del interior, aunque con muchos más poderes]. Yagoda ha demostrado de manera definitiva ser incapaz de desenmascarar al bloque trotsko-zinoviano. La OGPU lleva cuatro años de retraso en este asunto. Eso lo han notado todos los trabajadores del Partido y la mayoría de los representantes del NKVD." ¿Cuatro años de retraso? O sea, que según Stalin estaba en 1932, cuando, entre el 28 de septiembre y el 2 de octubre el Pleno del Comité Central no había dado a Stalin la cabeza de Ryutin...
¿Acaso la policía secreta le negaría también la cabeza de Bukharin a Stalin? No estaba dispuesto a permitirlo: Yezhov no tardó en sustituir a Yagoda. En aquellos meses, en las emisoras de radio soviéticas ponían a menudo una canción que decía: "No conozco otro país donde el hombre respire con tanta libertad". En diciembre de 1936 se adoptaría en la URSS "la Constitución más progresista del mundo". Los niños aprendieron en la escuela una canción que habían de cantar todos los días: "Gracias Camarada Stalin por nuestra infancia feliz". La prohibición de plantar árboles de Navidad en casas y patios, declarada "práctica oscurantista" desde las primeras campañas en el "frente religioso" de los años 1920, fue suprimida, y la corbata y la barra de labios, legalizados. Se regañaba a los empleados que no se afeitaban todos los días. Se pidió a los oficiales de las fuerzas armadas rojas que aprendieran a bailar para las ocasiones sociales.
Las purgas tomaron una dimensión y un ritmo que desafía la imaginación. El proceso de terror desató un pánico que estimuló la delación mutua y el exterminio mutuo en todo el aparato partidista y estatal. La clase dirigente se autodestruyó; los jueces y los verdugos de un día se transformaban en víctimas al día siguiente. Era la culminación de un proceso que había comenzado en diciembre de 1917 y que ahora golpeaba y diezmaba a los comunistas, y no únicamente a los "desviacionistas" de toda la vida.
El bajito Yezhov, antiguo subordinado de Felix Dzerzhinsky y de todos los sucesivos dirigentes de los Órganos de seguridad del estado (Menchinsky, Yagoda), recibió el papel de verdugo mayor de Stalin, hasta que en 1939 fue arrojado con todas sus anteriores víctimas a la "picadora de carne". Entre el 23 y el 30 de enero de 1937, Vyschinsky celebró el llamado "Proceso del Centro Trotskista Antisoviético" o "Proceso de los Diecisiete", viejos bolcheviques y dirigentes técnicos acusados de sabotaje industrial y alimentario, y de conspirar contra el régimen soviético y pasar información secreta a Japón y a Alemania. A raíz de este proceso triunfa un modismo lingüístico: el "hitlerotrotskismo". De los 17 acusados, sólo 2 se libraron de ser fusilados: Rádek y Sokolnikov. Pero no tardarían en morir en la cárcel.
Las confesiones públicas de los acusados incitaron a Trotsky a inspirar un contrajuicio paralelo organizado por sus partidarios en los Estados Unidos. El 16 de febrero de 1937, cuatro días antes de la siguiente reunión del Pleno del Comité Central del PCUS, Sergo Ordschnikidzhe se suicidó, un día después de haber tenido una bronca muy violenta con Stalin. Oficialmente murió de un infarto, y recibió todos los honores del estado en sus funerales. Con él desapareció el último obstáculo para la "Revolución Permanente".
